Asociación de Trasplantados de Páncreas.

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sábado, 1 de enero de 2011

Trasplante de Louis Prima un siglo después. Por Quico Alsedo Redactor de EL MUNDO.



Navidad significa alegría y suicidios sin solución de continuidad. Es decir, vida en estado puro. O muerte a discreción -ya se sabe que forman parte de una misma cosa-.
Estoy aquí, sentado en la redacción (semivacía), escribiendo una información sobre un macrotrasplante de cinco órganos (estómago, hígado, pancreas, intestino delgado, duodeno) realizado en el Hospital de la Paz a un niño de cuatro años. Y pretendo, todo a la vez, esbozar un post que había empezado sobre Louis Prima. Esta es mi celebración de vida. Franz Capra ven a mí. Blanca Navidad.
Esto es lo que hay en mi mente: el milagro que salva la vida de un pequeñuelo -después de esperar 26 días por un sistema digestivo que al final llegó de Portugal-, y todo un prodigio siciliano: Prima, un showman nato, diversión en vena, una voz brutal, un genial sentido de la coña.

Louis Prima nació hace ahora exactamente un siglo (!), en diciembre de 1910. Hijo de sicilianos, parte de su infancia en Argentina, después en Nueva Orleans. Ibai, vizcaíno, vino al mundo pues 100 años más tarde (recordemos: cuatro mesecitos). ¿Es el mundo el mismo? Diremos que no aunque todos sospechamos que sí. El tiempo pasa y todo permanece.
Qué pasa con Prima. Pues que ejemplifica, en su swing cómico, en su jazz vocal descacharrante, en sus bromas y veras, en su italiano mezclado con inglés y con lo que fuera, en sus caras de bobo a la bella Keely Smith (otra voz de la hostia), esboza decíamos el nacimiento de la cultura pop, los sacrosantos universales: tiempo y espacio, risa y lágrima, susto y alborozo, amor y desamor, olvido y encuentro, ruido y silencio... No hay mucho más. Todo está ahí.
Qué pasa con Ibai. Pues que Ibai Uriarte, que así se llama nuestro héroe, pelea por su vida con un aparato digestivo que estaba en el cuerpo de su otro yo lisboeta. Otra vez universales: identidad, supervivencia, causalidad y casualidad (¿escuchará algún día Ibai a Louis Prima?). Otra vez drama y alegría incontenibles. Javier, su padre, transportista, 43 años, me decía hace un rato: "Estamos en una nube, esto es un milagro" -casi se me escapa una furtiva lágrima-.
Esto es la vida y, nos joda o no, esto es la Navidad al fin: todo un 'el show debe continuar'. Como jazz en un entierro largo y sinuoso, el nuestro -un jolgorioso sepelio que dura una vida-.
Ya estoy en casa, terminando este post claramente transicional. Igual queda un poco mal, pero me voy unos días a la playa. Os deseo a todos, de corazón, un feliz 2011. Parece que viene torcido el cabrón, pero si me trasplanto a Louis Prima parece como que mejora.

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